Martes, 09 de Septiembre del 2014
David Wilkerson
¿Cómo sería parecerse a Jesús?. Aquellos que se han apropiado de
la gloria de Dios están siendo cambiados todos los días. ¡Su semblante se está
volviendo más y más como el de Jesús!
Más Y Más Como Jesús
"Y al mirar los hijos de Israel
el rostro de Moisés, veían que la piel de su rostro era resplandeciente; y
volvía Moisés a poner el velo sobre su rostro, hasta que entraba a hablar con
Dios" (Éxodo 34:35).
El rostro de una persona es la
expresión externa de lo que está en su corazón. Cuando la revelación de la
gloria de Dios se hizo real a Moisés, ¡su misma mirada cambió!
Pablo testificó: "Pero cuando
agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su
gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase..." (Gálatas
1:15-16).
Pablo estaba diciendo: "Tengo
dentro de mí mucho más que algo de doctrina que alguien planteó, más que un
simple conocimiento intelectual de Cristo. Tengo una revelación de quién es
Cristo, una revelación de Su gracia, misericordia y amor. Y esta revelación se
ha convertido en la fuente misma de todo lo que soy y hago. ¡Es la esencia
misma de mi vida!"
La revelación de la gloria de Dios
es, en verdad, maravillosa. Sin embargo, muchos han convertido esa misma
revelación en una licencia para pecar. Judas describe a las personas que
"convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios el
único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo" (Judas 4).
Según Pablo, estas personas pecan
"para que la gracia abunde" (Romanos 6:1). Ellos están diciendo, en
esencia: "Si Dios ama el expresarse a través de la misericordia y el perdón,
entonces yo voy a darle todas las oportunidades. Voy a pecar y dejar que me
siga amando, para que la gracia fluya. ¡Qué testimonio al mundo será eso! Seré
el objetivo de todo ese amor que desciende del cielo".
Tales personas son fáciles de
detectar. Su semblante los delata. Isaías habló de israelitas que "han
sido contra Jehová para irritar los ojos de su majestad. La apariencia de sus
rostros testifica contra ellos" (Isaías 3:8-9). El profeta estaba
diciendo: "Sus pecados testifican contra ustedes en su propia apariencia.
Lo que está en sus corazones va a revelarse en sus rostros".
Por otro lado, incluso el más duro
de los pecadores puede decir que has "estado con Jesús" ¿Cómo se dan
cuenta? ¡Ellos te ven como alguien distinto! Dicen: "Tú eres diferente. Te
conduces con una humilde seguridad y nada de ti parece oculto. No tienes
secretos y no pareces llevar ningún rencor o amargura. Si no fuera así, lo
sabría. ¡Tu vida es un libro abierto!"
El pecado, sin embargo, lleva cierta
apariencia. Ninguna sonrisa lo puede encubrir y su voz tiene el sonido del
vacío, el eco de un metal que resuena, de un címbalo que retiñe.
Aquellos que se han apropiado de la
gloria de Dios están siendo cambiados todos los días. ¡Su semblante se está
volviendo más y más como el de Jesús!
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